Agujero de bala

Estaba en un lugar al aire libre, era todo blanco como nieve, tanto la tierra del piso como el cielo.
Había un hombre en frente mío, de ropas gris ceniza y pelo canoso bien blanco. Tenía un arma en la mano y me disparó.
Yo me tiré al suelo aunque no sentí el impacto de la bala, sólo para disimular como si me hubiese disparado cosa que no volviera a hacerlo y esta vez, me matara.
Se me acercó una chica rubia de pelo largo y me dijo - Tenés un agujero de bala - . Me miré y tenía uno pero no sentía nada malo - Se habrá trabado entre dos costillas - pensé.
Llamaron a una ambulancia y tardó en llegar. Cuando llegó creo que solamente fue un auto y me llevaron a revisar.
El agujero no sangraba, era solo una marca.
El médico me hizo unas radiografías y me dejó con una enfermera. Era de tez moreno tipo afroamericana mulata y tenía los labios muy muy gruesos. Comenzó a hacerme unos ejercicios que no entendía, era algo muy confuso y a veces se sentía hasta como una provocación sexual aunque no tuviese en absoluto nada que ver - Que estás haciendo? - Le pregunte - Es para que te mejore la circulación de la sangre para los análisis que vienen - Y ella seguía muy seria y concentrada haciendo su trabajo. En eso, apareció el doctor y nos explicó: - No es nada, simplemente, es el agujero de la vesícula -

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