Mar Chiquita decapitado
Tenía que afeitarme el cuerpo, para eso me corté la cabeza y comencé a afeitarlo todo. Caí en cuenta que me empezaba a desvanecer por la sangre y que tendría que unir nervio por nervio cuando volviera a colocar la cabeza sobre mi cuerpo. Al final la uní sin problema, pero sentía el escalón desde el cuello hasta el cuerpo. Sentía como si mi cuerpo completo fueran un montón de almohadones y como la sangre se bombeaba con fuerza y lentamente hacia mi cabeza. Iba a ir a Mar Chiquita, Córdoba, ese fin de semana pero con mi novia no habíamos podido. Era el último día y momento de ese finde, domingo a la tarde. Tomé la bici y fuí pedalenado. Cuando llegué el lugar era enorme, las arenas blancas, el agua clara y celeste fuerte, se alzaba como tsunamis hacia los costados, como si las levantara Moisés. Comencé a recorrer todo el lugar hacia lo largo. En las playas estaban mis compañeros de trabajo, vestidos de verano y bronceados, pasándola muy bien. Tenía ganas de recorrerlo todo en bici