Asesino

Con Natalia M. teníamos las entradas para una fiesta. Estaban a nombre de unos vecinos, pero nos las habían regalado porque ellos no iban a poder ir. La entrada del vecino tenía algo que parecía una foto de él, pero la de ella tenía la misma foto así que no había nada por lo que temer.
Íbamos rodeando una ciudad oscura y la fiesta quedaba en un castillo antiguo sobre una montaña. Cuando llegamos a la entrada, había mucha gente y estaban eligiendo una Miss Universo.
Al entrar, Natalia tenía el miedo que detectaran que las entradas no fuesen nuestras, pero la chica de la boletería ni la miró y nos dijo “¡Pasen!”.
Cuando entramos, el acto de coronación se estaba dando en un salón bastante pequeño pero reluciente.
Nos fuimos a la parte de atrás del salón donde había laberintos de paredes blancas y de 3 metros y medio de alto con sillones blancos y unas terminaciones en habitaciones blancas y de blancos sillones también.
En una esquina medio oscura del laberinto, apareció un hombre de raza negra pero medio linyera estilo estadounidense. Tenía la ropa vieja y marrón chocolate y un gorro de lana azul marino. Me miró y me dijo “Yo sé quién sos, yo sé que hiciste… ” “Me debés haber confundido con otra persona” le contesté. El negro se me acercó y en ese momento, Natalia se convirtió en una mujer de raza negra, alta, pelo corto y crispado vestida con un conjunto negro y muy cortito, llevaba una ametralladora gigantesca en la mano y comenzó a dispararle al negro al grito de “Tomá!!! Negro de mierda!!!”. Natalia conservaba su estado en “negra” y decidimos esconder el cuerpo y la ametralladora. A la ametralladora la arrojamos por encima de una de las paredes del laberinto y el negro era bastante livianito así que lo llevamos dentro de una de las habitaciones que encerraba el laberinto, y detrás de un sillón, por debajo del respaldo, había un hueco donde lo encerramos.

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