Caminos entrecruzados, a la vez, al mismo tiempo y antes y después

Estaba en una reunión donde todos se habían ubicado en círculo cada uno con su guitarra. Las guitarras eran enormes y criollas. Era un lugar oscuro, iluminado por velas. Contaban anécdotas graciosas sobre la vida. De por medio, tocaban alguna que otra canción católica (en esos momentos me aburría y me iba).
Estaba en mi casa y me acordé que me tenía que juntar a estudiar con Natalia M., pero había llovido y tenía que salir a trotar al parque, a la siesta, pero me había quedado dormido.
Le pedí el auto mi mamá para ir porque vivía muy lejos. El auto era un Citröen de color negro muy futurista.
Mi mamá estaba enojadísima porque vivíamos en un barrio privado y habían quitado todas las casas alrededor nuestro y habían echo de la calle enfrente nuestro, una autopista que serpenteaba y una calle gigante que atravesaba todo (porque toda la calle serpenteante se cerraba en un círculo).
Iba por una ruta que doblaba hacia la derecha. Llegué a una subida a 90º y el auto mío empezó a subir hasta cierto punto donde cayó. Habían mas autos. A la vuelta también había una subida a 90º, como un pozo en U. Junto a los autos habían gorilas que manejaban autos mas pequeños de acero inoxidable con acabados cromados.
Aparecí en una casa compuesta por dos habitaciones, en una estaba mi prima Angelina O. y mi hermano Matías M. con una escalera que bajaba cuando bajé me encontré en la casa de mis primos Palumbos. Estaban Dario P., me encontré con él, y en el living estaba Santiago P. estudiando sentado en el piso con los apuntes sobre una mesita ratona, con las fotocopias sobre una plato rectangular plano de acero inoxidable. Era un plato para perros. Fuí a la cocina y tomé comida para perros. Se la puse en el plato.
Aparecí en mi casa aunque realmente no era mi casa, era algo gris y borrosa, intenté despertar y aparecí en otra casa, aunque me dí cuenta que seguía soñando; entonces me acosté en el piso e hice un esfuerzo por despertar. Esta vez sentí que despertaba realmente, los colores estaban mucho mas saturados y veía en tres dimensiones cosa que no había podido hacer antes. Los colores se sentían vivos e iluminados. Apareció mi hermana Carolina M. era rubia y de ojos celestes, cachetona y medía 1,85 m mas o menos. Yo la reconocí aunque no recordaba que mi hermana fuese rubia y de ojos celestes, estaba aliviado que despertado pero seguía sin cerrarme ese detalle.

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