Era de noche en forma permanente, había ido a un congreso con unos amigos. Todavía vivía con mi madre y me había llevado unas cajas con libros al congreso. Los libros eran pesadísimos, la mayoría era de mis padres, libros de biología, etc. El problema era a la vuelta, estábamos en un edificio muy viejo, todo iluminado por luces de tubo. El resto de las oficinas con la luz apagada y la calle a oscura. No tenía como llevar los libros, nos movíamos en colectivo y caminando, como en la universidad, pero solo podíamos llevarlo de partes o en la mochila.
Estaba en Jamaica. Era una noche azul y violeta. Había llegado nadando desde Argentina, era la segunda vez que lo hacía. Una mujer me preguntó si no se me habían entumecido los brazos. Me sentía bien y descansado. No sabía cómo volver, tenía que hacerlo nadando también.
Había buscado una receta en internet, que incluía un gato chancho y me había comprado uno. Tenía el pelo enrulado, rosado, gordo y muy suavecito. En teoría tenía un sabor igual al de un chancho, pero mejor. Cuando lo tuve en brazos me dió muchísima pena porque era un gato. Sin embargo, me comentaban que tenía 150 modificaciones genéticas.
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