Las películas, mi mamá, el viejo y el auto

Voy a una especie de shopping con un amigo de mi hermana y me empiezo a aburrir. Miro por la ventana y veo el patio del shopping
Veo que la gente va entrando al cine y van entrando mis abuelos, unos amigos de mis papás de la liturgia y después pasa mi mamá con una mujer. Entonces salgo corriendo para encontrármela y pedirle ir al cine con ella. Cuando llego, habían en cartelera unas películas donde salían varias minas que mostraban las tetas. Toda la película eran así. Y la otra era la cabeza de un tipo y de un perro mirando una montaña de sorete.
Los tipos que vendían la entrada me dijeron que no me podían vender la entrada porque había un problema con la tarjeta y mi mamá me dijo que nos fuéramos, porque las películas estaban malísimas -Viste la del sorete? - me decía - Aparte tengo que pagar 4.000 dólares de estacionamiento - Cuando bajamos, había un auto sin puertas, gris, viejo, echo bolsa. Atrás había un viejo gordito de bigote con el pelo mojado, recién bañado y vestido con jeans y una campera deportiva - Bajesé! - Le dijo a mi mamá -Bajesé! - Tomó al viejo de la campera y lo bajó. Le pidió que nos llevara. Ahí me acordé que el viejo era alcohólico, todo sucio y que lo habían ayudado a recuperarse. Entonces me subí al auto y mi mamá y el viejo, comenzaron a empujarlo. El auto siguió solo y el viejo y mi mamá quedaron atrás. El camino tenía como bulevares, parquecitos, con muchas subidas y bajadas. El auto no lo manejaba nadie. Mi mamá había estado vestida con un vestido azul muy oscuro a lunares y una camperita blanca de lana
Después aparecemos los tres en la cima de una montaña llena de tierra. Esa tierra bien molida que si uno la pisa, se levanta toda. Había un camino que conducía hasta abajo. Entonces el viejo y mi mamá empezaron a empujar el auto y empezó a andar solo - Es una changuita! - Dijo el viejo. Tomé el control del auto y el viejo y mi mamá se quedaron atrás. Supuestamente después iban a caminar hasta abajo. Empecé a manejar por una bajada empinadísima. Pero llegué a una curva mortal. No podía frenar porque el auto andaba a envión. Lo único que tenía era el volante.
Y se venía otro auto y tenía que esquivarlo como a 120 km/h. Entonces yo lo pasaba y me hacía bolsa, rebobinaba la situación, y volvía a hacer, cada vez mas lento hasta que sentí como un mareo como si todo se detuviera y de repente, ya había pasado la curva. Era un día de sol, yo seguí manejando por el borde de la montaña. Del otro lado, había un precipicio. Cuando llegué abajo, subí a un plataforma de barro congelado.
Y me dí vuelta por el camino, allá arriba, estaba el viejo y mi mamá mirándome, con cara de contentos como diciendo - Lo hiciste! -

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