Weimar

Estaba en un pueblo en medio de las montañas, con un clima similar a Bariloche. Ahí vivíamos con mis compañeros de trabajo, como si viviéramos en Sunchales, pero un pueblo aparte. La distribución de la ciudad era similar a un juego de mesa donde se arrojan dados y se pasa al siguiente casillero. Todo era campo y pasto, calles de tierra y casas solas. Las casas eran impresionantes de grandes y la arquitectura estaba decorada con elementos neoplásticas en sus baldosas, estilo Bauhaus. Yo pensaba que todo era una copia de la Bauhaus de Weimar.

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