Gordo Narco

Estaba en un patio enorme de tierra, muy grande. En un rincón, se encontraban dos apartados con un prisionero dentro cada uno. Eran bastante malos, el piso era de tierra y sin rejas, con tela de alambre nomás. Detrás de ellos, tenían una puerta que los diriijía a un sector muy grande y oscuro, como un sótano gigante. Era la cárcel.


Alrededor de amabas celdas estaba lleno de perros, todos de pie, muy agresivos y con aspecto de zombies, totalmente flacos y enormes diente. Eran de color marrón naranja y amarilllo.
En la celda derecha, había un maletín enterrado con mucho dinero o con algo con lo que se podía hacer mucho.
Los perros estaban siempre atentos mirando en forma radial hacia afuera, acechando a todo aquel que se acercara un poco.
En un momento que los perros se fueron, aproveché para meterme en la celda con el maletín. Para eso, tenía que saltar la red de alambre de la celda izquierda y luego pasarme saltando a la celda derecha.
Cuando lo hice, pala en mano, desenterré el maletín, era de metal tipo acero inoxidable o aluminio bastante livianito y me lo llevé.
Xavier B. consiguió a un amigo que parece se dedicaba al negocio del narco y la mafia. Era gordo, la cara llena de granos, los dientes podridos, el pelo largo lleno de trencitas teñidas de rubio naranjoso lleno de frizz, vestido con ropa agujereada y vieja, remera blanca y corta, pantalones cortitos verde caca, zapatos marrones y medias blancas. Consumía cocaína y una droga llamada HrPT o algo así según me comentó otra persona, que se dió cuenta porque las venas, los músculos y ligamentos se comprimían y quedaban muy apretados, con mucha sombra. Para empezar las cosas, nos jugamos un partido del fútbol con el gordo. El día estaba nublado, extremadamente blanco y con mucha luz.

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