Cortando pelo
Estábamos en una fiesta con Franco G. y nos habían llamado para que le cortáramos el pelo a la gente (como si pintáramos rostros o sirviéramos tragos, un servicio más.) Era un salón chiquito y de día, con una pared de vidrio. 
Franco y yo teníamos una máquina para cortar el pelo cada uno.
Me toco un viejo que quería que le cortara el pelo aunque lo tenía bastante corto y se estaba quedando pelado. Así que comencé a raparlo pero no me dejaba porque todo el tiempo me interrumpía hablándome y dándome consejos.
Franco no había arreglado los precios con la organizadora del cumpleaños así que íbamos a aganar entre 26 y 500 pesos cada uno.
En un momento me perdí y hicieron tomar un colectivo, me iba a sentar y había una camperita de mujer cortita y abierta adelante. Me la puse.
Me dí cuenta que el colectivo me estaba llevando muy lejos de la fiesta y pedí bajarme. Bajé y me miré en un reflejo. Parecía una mujer. Entonces me quité la camperita blanca que había encontrado en el micro y la tiré al lado del cordón de la vereda.
Cuando llegué de nuevo a la fiesta, Franco estaba terminando de cantar un karaoke, aunque no lo escuché. Todos estaban sentados en el piso. Me pasó el micrófono y una guitarra que era toda de bronce. La guitarra tenía 4 cuerdas. La 1º y la 4º cuerda, no sonaban y eran para que las tocaran los invitados.

Ilustración: Franco Glellel
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