Estábamos en el parque Temaikén de Buenos Aires, al que no he ido nunca en mi vida. Estaba con mi hermana y mi papá. El lugar era muy raro: habían fuentes de piedra en el suelo, con actores hablando arriba. Era una mezcla de Disney, con una reserva natural y un zoológico. Habían mucho animales artificiales, echos de cartapesta, eran maquetas y entre ellos por ahí encontrabas algún bicho natural. Por ejemplo: tenías un escenario con animales de plástico, y en el medio, había un pingüino real. Nos subimos a un trencito que hacía un recorrido por el parque. Nos topamos con un galpón que era como un molino donde se asomaba un elefante que era una maqueta de plástico y se movía. Alrededor habían cartulinas que estaban animadas como un stop motion; cambiaban de una imagen a otra, se convertían. Yo pensaba - Uh! que embole, esto es todo trucho! -. Terminamos el recorrido, y apareció un centauro, pero en vez de tener el cuerpo humano sobre las patas delanteras del caballo, estaban sobre las pa...