Regalos del mar
Estábamos en una playa, pero no en una playa de arena sino un con montañas y riscos. Todo era de piedra. Las personas escalaban, subían y bajaban en auto a través rutas.
En ese lugar me encontraba con Xavier B., Javier C. y alguien más que no recuerdo quien era. En un verano con mucho sol, los cuatro estábamos en malla. Xavier decidió regalarnos algo a cada uno porque había estado en el mar sacando bichitos. Al chico que no recuerdo, le regaló un bichito adentro de un frasco con su respectiva comidita. A Javier también le regaló algo así como una estrella de mar (creo) en un frasco y su comidita, la cual era algo asi como rocklets de colores pero cuadrados que precipitaban en su frasco como una lluvia eterna. A mi regaló otro frasco pero éste tenía solamente la cabeza de algo así como una babosa de mar o algún anfibio, era una ligera protuberancia, con ojos y boca que me miraba. La cabeza estaba totalmente viva y si la alimentaba bien, su cuerpo iba a crecer (como lo hacen las colas de las lagartijas o las articulaciones de las estrellas de mar). El bichito tenía unos poros por donde segregaba un moco muy espeso, podía verse bajo el agua como si estuviera al aire libre porque su moco no se disolvía, era como un aceite. El problema que tenía e mi bicho es que tenía la comida equivocada, algo así como comida para peces o cebolla deshidratada, cuando su verdadera comida, eran los tomates. El bicho empezó a deshidratarse y a morir en una eterna agonía porque continuaba vivo.
Xavier había elegido cada bicho específicamente por algo. Cada bicho tenía mucho que ver con cada uno de nosotros.
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