Enano cowboy

Estaba en pleno pedemonte. Habían ferrocarriles. La mitad estaban quemados pero los trenes pasaban igual. Yo iba caminando con un par de amigos. Era pleno desierto. Estaba lleno de cowboys. Era como un pueblo pero la gente era pobrísima. Yo conocía a un enano también cowboy con barba blanca y larga, pelo canoso. Su casa era al aire libre y les pagaban con otro tipo de moneda. Vinieron mas cowboys cuando estábamos en la casa del enano y empezaron a hablar y a contar que su moneda valía menos que la común pero si eras contador o alguien importante, tenías mas caribe y lujos. Después aparecí en un estanque de agua tibia nadando y había un gordo que estaba buscando su anillo de compromiso. En la orilla, estaba un compañero de la facultad, Gabriel B., vestido extraño con antiparras, todo de negro. El también había perdido su anillo de compromiso hacía 4 meses y lo estaba buscando. Salía 10.000 dólares y tenía una pulsera reloj de oro en la mano pero según decía, no valía nada. Después volvimos. yo iba corriendo y estaba oscureciendo. Corría y corría. Detrás mío venía un campamento completo corriendo, todos con mochilas. Yo no tenía mochila así que pensé que alguien la traía. De repente, dos personas me alcanzaban y empecé a correr como nunca en mi vida. Se veía todo rapidísimo y no me cansaba pero me alcanzaron igual, eran Ignacio M. y Celeste B. con mochilas gigantescas. Seguí caminando y había una zona de construcción. Había que bajar por unas barandas. Uno de los chicos, Germán C., ya se había caído antes por una baranda. Pegaron un salto gigante de baranda y baranda que ni loco me animaba a hacer así que caminé hacia abajo y volví a subir.
Venían camiones repletos de rollos gruesos de cinta aislante, del tamaño de una zapatillas. Había una cinta que en realidad no era una cinta, era un enano y lo ayudé a trasladarse por ahí. No sabía cual era y me hablaba.
Después aparecí en una casa supuestamente mía, toda de hormigón en construcción. las personas que construían eran todos hombres mas petisos, de buen físico y con el pene del largo y ancho de un alfiler, algo que me había subido la autoestima por un momento excepto por un enano que estaba vestido de pantalones grises y camisa blanca. Ese si era prometedor. Yo estaba hablando por celular y el Rodrigo F. estaba al lado mío haciendo mancuernas y sacando físico. Se reía porque contaba eso al celular.

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